¿Qué podemos aprender de Doom en general?

A muchos nos gusta conocer cómo es que los videojuegos funcionan, no en el sentido de cómo programarlos, o cómo se diseñan artísticamente, sino cómo hacer que cumplan su principal objetivo: entretener. Y para ello podemos podemos tomar como base una gran lista entre los grandes videojuegos de la historia. Sin embargo, para hoy estaremos haciendo referencia a uno de los grandes regresos, Doom.

Allá en 1993 id Software lanzó al mercado, en formato de un diskette oscuro, un título que revolucionaría la industria para siempre. Muchos aseguran que fue por su acción desenfadada, sus mapas no lineales que te permitían explorar, su contenido gráfico innovador para la época, entre otras características. Puede que muchas de estas particularidades sean ciertas, sin embargo, estos detalles solo asistieron a una de las principales cualidades que hicieron a Doom un ícono de los videojuegos: la llamada «Diferenciación Ortogonal», ¡Ok! no nos enredemos con términos tan difíciles de lleno, sin embargo, como una imagen habla mejor que mil palabras y un video mejor que mil imágenes, conozcamos a fondo el que podría haber sido el secreto que hiciera que Doom sea el pilar de los FPS desde hace más de 2 décadas.

Definitivamente, el presentar a distintos enemigos que representasen diversas posiciones en un amplio campo de habilidades, que nos obligasen a aprender su comportamiento y responder a ello, pudo haber sido el as bajo la manga que lo llevó en su tiempo a lo más alto, y que muchos juegos hoy en día buscan reflejar, incluyendo el mismo reboot que hace poco ya tenemos entre manos. Ya lo saben, nuevamente la diversidad triunfa sobre la cantidad.

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