[Análisis] Final Fantasy XVI – Cuando la fantasía se vuelve oscura y más aguerrida

Este análisis se ha realizado en base a la versión de Final Fantasy XVI para PlayStation 5

Han pasado ya tres décadas y media desde que el primer Final Fantasy llegó a las tiendas japonesas. Desde ese entonces hemos visto 15 juegos, diversos spin-offs y hasta películas de la saga, y tras su 35º aniversario nos llega Final Fantasy XVI. A estas alturas, y tras haberse armado una gran reputación muchos se preguntan si esta nueva entrega está a la altura, pero con una nueva interrogante: ¿le sienta bien el cambio? Es evidente que no solo hay variaciones en cuanto a lo estético sino también en cuanto al sistema de juego, y nos tocará revisar si es que fueron ejecutados correctamente. ¿Aun sigue manteniendo esa esencia mágica trayendo algo fresco? Bienvenidos a nuestro análisis de Final Fantasy XVI.

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¿El corte dio la vuelta al mundo?

Desde 1987 Final Fantasy siempre se ha mantenido apegada a una estética y lore claramente orientales. Sin embargo, en esta décimo sexta entrega lo primero que veremos será un corte más occidentalizado. Aun así, el productor del juego es Naoki Yoshida, quien ha trabajado en varios títulos de Dragon Quest. Sin embargo, su mayor hazaña fue resucitar a Final Fantasy XIV y convertirlo en el éxito que es ahora. Desde aquí se notan sus pinceladas en el juego.

Empezando este análisis por la historia, Final Fantasy XVI nos lleva a la tierra medieval de Valisthea. Los 6 reinos suelen tener diferentes trifulcas por el control de los Cristales, fuente de poderosas cantidades de magia, y los responsables del destino. También entran en juego los llamados Dominantes, seres capaces de convertirse en colosos titanes, donde cada reino tiene el suyo propio. Aquí conocemos al protagonista Clive Rosfield, hijo mayor del Archiduque de Rosaria y dominante del Fénix, y su hermano menor Joshua. 

Desde el inicio, cuando eres espectador de una imponente batalla el juego te va adelantando uno de sus ingredientes: las batallas principales serán muy épicas. Y por otro lado se observa una trama más oscura y repleta de traiciones, engaños y conspiraciones políticas, además de no faltar su dosis de crudeza y sexo. Esto último precisamente es el que pinta el «Mature» (+17) en la carátula. Típico de un Final Fantasy hay toda una mitología e historia con bastante profundidad. Y si en algún momento te sientes perdido puedes consultar la guía interna del juego.

Final Fantasy XVI

«Final Fantasy May Cry»

A pesar de sus contrastes, Final Fantasy XVI sigue manteniendo elementos clave de su saga, como los cristales, los chocobos o las invocaciones. Sin embargo, su mayor sorpresa es el nuevo sistema de combate. El gameplay ha dejado de ser RPG por turnos hace mucho tiempo, pero ahora es más frenético y activo que nunca que a primera vista parece un hack and slash. De hecho, aunque tengamos a nuestros compañeros con nosotros no tendremos ningún control sobre estos, algo que al menos Final Fantasy XV sí conservaba.

Bajo esta nueva premisa nos alejamos casi por completo del factor RPG en tiempo real, y solo será cuestión de aplicar golpes con armas, ataques cargados, ataques con magia, entre otros. Al menos con esto podríamos decir que será más fácil concentrar el combate a un solo personaje.

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No obstante, si hablamos del elemento de rol aun podremos subir de nivel gracias a la experiencia, y mejorar nuestros atributos. También podremos comprar y fabricar armas y equipos. Incluso cabe la posibilidad de ganar algunas ventajas, como reducir el tiempo de uso de ciertos ataques. No obstante, factores como los ataques elementales o estados son nulos para un juego de su género. Otro apartado que me ha dejado un poco insatisfecho ha sido la cámara, la cual, si bien ha mejorado de los fallos que tenía su precuela, aun sigue ubicándose en puntos incómodos. Y esto sin contar cuando las transiciones entre cinemática y gameplay son muy abruptas, y no son pocas.

Aun así, lo más resaltante en el combate de FF XVI van a ser las invocaciones, pero que ahora reciben el nombre de Eikons. Estos Eikos nos proporcionarán diferentes conjuntos de habilidades que cambian por completo nuestro estilo de pelea. Lo bueno es que el juego nos permite rotar entre un máximo de tres elegibles, los cuales a su vez tienen diferentes habilidades equipadas. De hecho, las diferentes opciones que otorgan estos seres animan a probar cada uno y descubrir cuál es el que mejor encaja con nuestro estilo o conocer uno nuevo.

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Forjando tu leyenda en Valisthea

Cuando arrancamos la historia y comenzamos nuestra travesía nos daremos cuenta que el mapa del juego inicia enormemente lineal. Básicamente tendremos una estructura de avanzar, combatir, secuencia, conversar, avanzar, combatir, sin tener mayor libertad. No es sino hasta que vas avanzando más en la campaña cuando descubres zonas un poco más abiertas. Aun así, los encargos de turno de la propia misión principal a veces pueden llegar a sentirse poco inspirados. De hecho, hay más de una misión secundaria con un desarrollo y trasfondo más motivacional. Lamentablemente algunos de ellos también acaban en ser nuevamente un recadero que debe solo ir a sacarse a algunos enemigos o recoger algunos insumos.

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La gran parte buena de todo esto son los combates contra los jefes finales de los jefes finales. Y no, no he repetido. Las luchas contra los jefes de mayor rango, algunos de ellos de dimensiones titánicas, nos volarán la cabeza. Los efectos en el ambiente y ver todo moviéndose alrededor resulta muy llamativo y otorga un gran avance para la saga.

La tierra de Valisthea, eso sí, tiene bastante lore que descubrir, además de guardar varios secretos y personajes. Estos últimos no serán tantos como otros juegos de rol típicos, aunque sí tiene una cantidad más que suficiente de diálogos. Por otra parte hay diferentes emplazamientos y con diferentes biomas, como praderas, campos, bosques, mazmorras, pantanos, y finalmente los pueblos. No obstante, comparado a sus precuelas sí se queda algo corto en cuanto a la libertad y el mundo que podemos descubrir. Ojo, no es que sea precisamente corto, pero si hablamos de una entrega principal de Final Fantasy sí es el menos agraciado.

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Finalmente tenemos la dificultad. Siendo sincero en este análisis, Final Fantasy XVI no es un juego realmente difícil. Desde el inicio te pondrán dos modos, el Historia y el Acción. Ambos tienen la misma dificultad y la historia, pero el primero nos equipa algunos accesorios que nos darán una ventaja que facilita los combates. Posterior al final del juego podemos elegir una dificultad llamada Final Fantasy que subirá en buena medida el reto. Respecto a la duración te puede tomar fácilmente entre 35 a 40 horas acabar la campaña principal, incluyendo obviamente la gran cantidad de cinemáticas que tiene. De allí, para finalizarlo por completo con sus misiones secundarias y extra la duración puede extenderse hasta las 80.

Un agridulce apartado técnico

Square Enix desde siempre se ha caracterizado por ser quizá la desarrolladora nipona que mayor calidad gráfica y técnica le aporta a sus videojuegos. Siempre nos ha maravillado con sus alucinantes secuencias cinemáticas y unos gráficos ingame muy a la altura. Pero tratándose de un juego de nueva generación (exclusivo de PS5) y comparándolo con FF XV y sobre todo Final Fantasy VII Remake, me he quedado con ciertos altibajos.

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Recordemos que Final Fantasy XVI no usa el motor Luminous Engine, el mismo que se empleó para FFXV y para Forspoken. En su lugar emplea el mismo motor que FF XIII y XIV Online. Aun así, hay momentos donde se aprecian animaciones y efectos sorprendentes, pero a primera vista se aprecian algunos pasos hacia atrás en cuanto a los detalles de los modelados. Es como si viéramos realmente un juego intergeneracional entre PlayStation 3 y PlayStation 4.  Un mejor trato reciben los escenarios, los cuales, a pesar de a veces quedar en la penumbra, dejan en general buena impresión. El apartado que sí se lleva las palmas son los efectos y animaciones de los grandes combates, en especial de los Eikons y jefes finales.

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Como ya sabemos, Final Fantasy XVI otorga dos modos de juego en cuanto a gráficos, el modo calidad y el modo rendimiento. Respecto al primero muchos no se equivocaron, el juego va a unos 30 fps muy estables, y donde podremos jugar sin mayor problema. Sin embargo, si vamos al modo rendimiento, empiezan las cuestiones.

Obviamente el apartado visual sufre un cierto bajón para apuntar a los 60 cuadros por segundo, los cuales no son estables que digamos. Lo más curioso es que la consola sufre en cinemáticas que realmente no deberían ser exigentes, mientras que al batallar con un gigantesco jefe de pronto todo marcha bien. Es un modo realmente inestable y al que le sumamos un desenfoque de movimiento muy marcado, a veces comparable con el que sufrí en The Last of Us Part II. Afortunadamente Square Enix ha dado la opción de ajustarlo con un parche post-lanzamiento. De otra manera, si girabas la cámara se notaba un motion blur realmente espantoso.

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El arte, un apartado donde Square supuestamente siempre cumple

Casi acabando este análisis toca hablar del apartado artístico de Final Fantasy XVI. Una cosa es el tema técnico, pero otra es el arte, factores donde Square Enix suele ser muy talentosa. En primer lugar, si hablamos de la música, las melodías que ha compuesto Masayoshi Soken, también responsable de Final Fantasy XIV, tienen tintes tanto emotivos como épicos y majestuosos, dependiendo de lo que sucede en pantalla. Nuevamente predominan los instrumentos orquestales que suenan con gran fuerza, con diferentes contrastes y amalgamas. Sin embargo, el tema de batalla estándar llega a ser en un momento demasiado simple y repetitivo. Square Enix sigue sin decepcionar en cuanto a la música, pero comparado al remake del VII, sigo prefiriendo esta última y por mucho.

De allí está la actuación de voz, la cual en japonés se mantiene impecable, y que ahora cuenta, por primera vez, con doblaje latino. La ausencia de un doblaje ibérico seguramente molestará a más de uno, aunque esto responde al objetivo de Square: buscar llevar la saga a más público. Eso sí, no descartan llevar más idiomas si la situación lo amerita.

Sobre su arte visual no hay mucho que realmente pueda rescatar más allá de los Eikons y sus combates, algunos incluso llevándonos a escenarios muy llamativos y épicos, así como los jefes finales. Algunos enemigos siguen guardando esa esencia peculiar de Square consigo, pero de allí no hay mucho más que resaltar.

¿Un rompimiento de su propia esencia?

Antes de cerrar este análisis de Final Fantasy XVI es meritorio dejar algo en claro, y es que el juego es una renovación sustancial no solo en cuanto a su estética, sino en cuanto a sus elementos y gameplay. Si bien el juego sigue conservando parte de su propia franquicia, como los cristales, magia e invocaciones, este es el primero en el que tendremos a un único protagonista. Final Fantasy VII Remake obviamente cambió su jugabilidad, pero daba paso a seguir controlando a tu party completa y con sus respectivos controles RPG, eso ya no existe en ninguna parte de FF XVI. Ya mencionamos que no hay estados alterados ni daños por elementos, pero se me hizo impensable que las pociones ya ni tienen un rol fundamental, y tampoco hay magias de apoyo.

Square Enix ha realizado todos estos cambios, supuestamente, para buscar nuevos públicos que no quieran enrevesarse con estadísticas y reglas tan abrumadoras. No soy un jugador que no quiere cambios, sino no le hubiera dado una buena nota a Final Fantasy VII Remake. No veo mal que Final Fantasy XVI se aleje del sistema de turnos, pero sí que vaya lo más lejos posible de ese sistema. De un sistema de rol y estrategia pausada pasamos a una entrega que te premia por hacer buen timing o parrys perfectos. Innovar no equivale a cambiar la esencia completa, más aun con una saga que tomaba su género muy en serio como Final Fantasy.

Final Fantasy XVI

Una nueva era a una saga legendaria

Final Fantasy rompe sus esquemas con su décimo sexta entrega. Su campaña ofrece a un protagonista más desarrollado, grandes batallas épicas y un combate y lore que aun resguardan parte de su esencia, como la magia y las invocaciones. Sin embargo, este rompimiento de esquema a una saga que ha sido muy conservadora, puede sentirse muy grande y acabar jugándole en contra. Sigue presentando una historia bien elaborada y cargada de buenos giros, así como una banda sonora a la altura, aunque con un apartado visual algo agridulce.

Lo bueno:

  • La historia sigue siendo elaborada, y ahora con marcados toques políticos y traiciones.
  • El desarrollo del protagonista es mucho mayor al de otros juegos de la saga.
  • Preserva parte de los elementos clásicos, como los cristales, chocobos e invocaciones.
  • Los combates contra jefes y entre los Eikons llegan a ser impresionantes.
  • Hay misiones secundarias rescatables y bien desarrolladas.
  • Un mundo variado y con ciertos trasfondos.
  • La banda sonora cumple muy bien su cometido.
  • Aunque tenga algunos contrastes, las animaciones de los personajes y villanos son rescatables.

Lo malo:

  • El cambio tan grande respecto a la saga puede sentirse muy marcado para algunos fans.
  • Se han omitido muchos factores como el daño de elementos, alteraciones de estado, asistencia con magia, entre otros típicos de un RPG.
  • Ya no es posible dar orden alguna a tus compañeros, todo se centra en tu protagonista.
  • Algunas misiones principales se sienten demasiado insípidas.
  • La gran cantidad de cinemáticas y la extensión de los combates donde no hay mucha complejidad pueden sentirse monótonas.
  • Modo Rendimiento poco recomendado.

nota

Análisis Final Fantasy XVI

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